Estamos profundamente agradecidos porque tu forma de exponer los hechos de nuestra localidad, tus relatos, nos han permitido descubrir lo afortunados que somos, hemos comprobado de primera mano que aquellos que nos precedieron eran personas humildes pero agradecidas, que supieron resignarse con lo que les toco vivir.
Decía Marco Tulio Cicerón: "tal vez la gratitud no sea la virtud más importante, pero sí es la madre de todas las demás”. Así que....En abril de 1986, Carlos, pintor y escultor de Hoyocasero, me invitó a que grabase una de sus obras en la nieve. Fuimos dos días a la plataforma de Gredos, me sentó en una ladera y cámara al hombro, me dijo: ¡desde aquí, a grabar!
Mientras yo pasaba frío y grababa, él se movía por la otra ladera, esparciendo unos polvos de colores con un colador. Casi nos fuimos calentitos a casa, porque a unos montañeros ecologistas no les gustó su obra.
Años después recordamos esos días en el Palacio de Abrantes de Salamanca, donde Carlos expuso sus esculturas.
Fiestas
Antonio
y su cuñado Luis, maestros en Ávila, se encargaron de idear pruebas para
jóvenes y niños. Luis, hijo de
Primo, por su experiencia en el bar nos preparó una excelente sangría y solo
faltaba la parte cultural.
Anastasio, cura de Robledillo, dirigía un grupo de teatro de jóvenes de su pueblo. Me puse en contacto con ellos y todo fueron facilidades. Únicamente había que ir a buscar a los chicos en coche y así lo hice. Después de la obra “los hijos del labriego” y unos sketches sobre la actualidad nacional y local, debutó de forma altruista, el grupo local Ticket ante los suyos y así terminamos un día que nos salió redondo.
Hijo
de Antonia y sobrino de Iltrudes, las dos mejores amigas de mi madre. Era un
tipo integro, que rezumaba carisma, de trato cercano y respetuoso. Nos
organizaba en su corral partidas de mus. Las finalizábamos con unos exquisitos
steaks a la pimienta, que él mismo preparaba, para terminar con tarta al whisky.
¡como para adelgazar!
Excelente
pintor, funcionario y empresario de la enseñanza especial. Aunque por un tiempo
intenté su teoría de fricciones matutinas con agua fría, para evitar la caída
del cabello, en mí no surtió efecto alguno. Quizás se le olvido decirme que
tenía que ser agua de Lourdes o Fátima.
Zubi, jefazo de los laboratorios
Janssen, con solo oírle su expresión más característica “a picar a la
mina”, cuando nos pasaportaba a pagar a la barra del bar, te dabas cuenta
que aun sin la gorra de Pichi, estabas ante un castizo madrileño, a pesar de su
apellido.
Espero
que, a estas alturas, la historia de la perra “careta” sea bien conocida en el
pueblo, aunque el único que la contaba de forma magistral era Angel Zubi. Nos
tenía boquiabiertos a la puerta de mi casa, hasta que el fresco de las noches
se convertía en frio.
Su otro cuñado, Carlos, cámara de TVE, nos ponía al día de los cotilleos de la casa y me criticaba los tirones que daba a la hora de grabar y eso que yo pensaba que lo hacía bien.
Puedo presumir que, en el año 1987, me proclamé campeón del torneo de mus. Más por méritos de Luis (hijo de Foche), que por los míos. De todos modos, mis “faroles” en algo contribuirían, digo yo.
Fiestas de Hoyocasero
La otra fiesta importante era la de la Virgen de las Angustias, el 15 de septiembre.
El
día anterior por la noche tenía lugar el concurso y desfile de disfraces.
Promotor
de los mismos fue Domi (pastelero), que implicaba a toda la familia y
animadores, presentadores de los mismos Alberto (hijo de Venancio el
carnicero) y Miguel (hermano de Neme).
El pueblo recibía ese día a multitud de forasteros, procedentes de los pueblos limítrofes, en su mayoría.
Se olvidaban las disputas, se mezclaban nativos y foráneos, grandes y pequeños y todos a disfrutar. Lo sentían como algo suyo. Diseño y coreografía la llevaban en absoluto secreto. Con puestas en escena propias de las mejores películas, aunque por medio hubiera algún corte o machucón en la elaboración de los mismos.
Nuria Terreros, la hija del cazador, dirigía y corregía las posturitas y bailes de los jóvenes y niños que hacían las delicias de abuelos y padres. Quizás entre ellos estuviera el sucesor de Michael Jackson o de la bailarina de Flashdance.
Si
ha salido alguno perteneciente hoy día al “famoseo” lo desconozco. Únicamente recuerdo
a Cristina López Schlichting (COPE) y su hermana Patricia
(azafata de Un, Dos, Tres), pero seguro que habrá más que escapan a mi
conocimiento.
En
esos años, el vídeo era una novedad y al día siguiente lo proyectaba en el
escenario de la plaza, porque ningún bar tenía tanto aforo.
Misa y procesión
Tras
la procesión, todos veíamos en este día el final de las vacaciones. El retorno
de los suyos a Vizcaya o Madrid. El
pueblo volvería a la rutina y tranquilidad de los pocos que quedábamos en él.
Algún
hijo/a advertía a sus padres que no fueran tan dejados y que cuando tuvieran el
más mínimo síntoma acudieran a D. Antonio. Yo les decía: ¡Faltaría más, es
mi obligación!
Los mayores asentían, pero los primeros
días lo pasaban mal.
Las calles enmudecían y aun resonaban los ecos festivos para los que nos quedábamos y debíamos seguir la misma rutina: la escuela, el campo, el ganado, los paseos por el Pinar y por supuesto los dolores y achaques de los más mayores
A grandes rasgos estas fueron mis vivencias durante el tiempo que permanecí entre vosotros.
Sin
duda esos días, marcarían mi futuro, tanto en lo personal como en lo
profesional. ¡Quién nos lo iba a decir a tío Goyo y a mí, cuando lo encontré
aquella fría tarde de enero de 1984!
Ruego
me perdone quien se haya sentido agraviado/a por mí olvido y no le haya
mencionado, o no lo suficiente como merecía.
Ruego me perdone quien se haya podido
sentir receloso/sa por algún comentario,
hecho sin la menor maldad, sobre él o algún familiar.
Ruego
me perdone a quién haya golpeado su memoria por devolver imágenes que
estuvieran en lo más profundo de su ser y que la nostalgia del pasado le haya hecho
derramar alguna lagrima en su corazón.
Mi única intención ha sido rescatar del olvido,
a los hoy adultos pero niños de entonces, y homenajear a la generación que
besaba el pan cuando se caía al suelo y que a buen seguro como estrellas en el
cielo rigen nuestros pasos.
Me ha demostrado ser una enamorada del pueblo,
sus parajes y sus gentes.
Salvador,
el maestro, me confesó que era de 10 porque el once no existía. No es de extrañar que haya llegado donde lo ha
hecho. Parafraseando a ella misma, siempre la recordaré como la chica que supo
labrarse un brillante porvenir dentro “del abanico de posibilidades” que
la sociedad ofrecía a las jóvenes mujeres en aquella época. Llevando muy a gala
su procedencia del medio rural.
Agradecida
y entrañable. Hasta la hice madrugar en una ocasión, pensando equivocadamente
que su horario coincidía con el mío.
Aunque
nunca le llegaré a perdonar el día en que me amenazó con cortar la
conversación: “Bueno Antonio, perdona, pero me tengo que ir a hacer la
comida”. ¡Si solo llevábamos hablando una hora!
Acabo
de hablar en estos momentos con María, su madre, a quien de forma
personal he querido agradecer que haya conocido, aunque sea por teléfono, a
Mercedes. Hemos recordado los buenos y no tan buenos momentos vividos entonces.
Después de dar un buen repaso a los de antes y a los de ahora, me ha enseñado que a pesar de los reveses que le ha dado la vida, nunca ha perdido la resignación y el sentimiento positivo de la vida. En definitiva, me ha recordado a aquellas gentes laboriosas, de carácter sencillo y agradecido del que me hablaron mis compañeros nada más llegar al pueblo.
Hoy
día trabajo en Salamanca. Me honra hacerlo en el Centro de Salud Sisinio De
Castro. Lleva el nombre de mi gran profesor de Patología General. Ejemplo,
no solo por sus conocimientos médicos, sino por su cercanía al paciente. De él
aprendí que un alto porcentaje del éxito en el ejercicio de la medicina, radica
en saber escuchar.
Seguro que vuestros padres y abuelos tendrán
para contaros anécdotas más gratificantes y próximas a vosotros. Sacad tiempo,
disfrutad de ellos y ¡escuchadlos!
Gracias
a la familia de Mercedes y a la mía, a quienes hemos privado de un tiempo que
se merecían.
¡Cuidaos!
HOYOCASERO
Y SUS GENTES, SIEMPRE EN MI CORAZÓN.
Antonio
Blanco.