viernes, 20 de noviembre de 2020

MEMORIAS DE UN MÉDICO RURAL VI (Escritas por Antonio Blanco)

 Horacio, en el año 65 a.c., dijo:"La adversidad tiene el don de despertar talentos, que en la comodidad hubieran permanecido dormidos"

Nuestro relator, también tuvo sus momentos difíciles en la localidad, hoy nos encontramos con las vivencias que a él le resultaron más amargas. 

Dicen que hay que tener empatía, es decir ponerse en lugar del otro para entenderlo, cuando hoy revivamos con él esos momentos a buen seguro que entenderemos sus desvelos y su lucha constante por mejorar.

Vista Aérea de Hoyocasero

En dos ocasiones estuve tentado de irme a vivir fuera del pueblo.

La primera fue cuando en enero de 1985, al igual que en enero del año anterior, se congelaron las tuberías. Mis peticiones al Ayuntamiento para que fueran forradas fueron desestimadas.  Con el agravante de que, en ese mismo mes, me fue denegado el lote de leña por no estar empadronado, aunque pernoctara y pasara todos los días en el pueblo.

    Según el secretario del Ayuntamiento, el pueblo disponía de una economía más que saneada gracias al Pinar. Su respuesta era siempre la misma: “Con los ingresos que genera el corte de un pino, se arregla lo que haga falta”. Era la teoría porque, en realidad, ni se había remodelado el consultorio ni se había abordado el problema de las tuberías de mi casa-consultorio.

     La segunda ocasión vino como consecuencia de lo siguiente:

    El problema del centro de Guardias en S. Martín del Pimpollar.

 El malestar entre los cinco médicos de la zona iba en aumento contra una Administración que nos negaba medios materiales, de transporte, falta de personal de enfermería y sobre todo, a lo que no estábamos dispuestos, era a continuar con la esclavitud horaria del servicio durante 24 horas.  

El día 24 de junio de 1985, Juan Carlos, Rocío, Javier y yo mismo, fuimos recibidos en Valladolid por Joaquín Estévez Lucas, alto cargo de la Junta de Castilla y León.  Nuestra aspiración era conseguir un centro de guardias y un horario de trabajo como cualquier trabajador.

Nuestra solicitud fue tenida en cuenta y en julio de 1985, se puso en marcha el centro de guardias en S. Martín del Pimpollar. 

De nuestras reivindicaciones tuvieron conocimiento tanto Pedro, como alcalde, como Fernando, secretario del ayuntamiento de Hoyocasero..  A ellos se lo comuniqué personalmente.

Centro de Guardias De San Martín

 Desconozco como se negoció el asunto en el Ayuntamiento, pero lo cierto es que Fidel, alcalde de San Martín del Pimpollar, anduvo más listo. Hizo valer ante las autoridades sanitarias que su pueblo era el más próximo al centro natural de la zona y en breves días, acondicionó parte de su ayuntamiento para convertirlo en centro de guardias. Los médicos aceptamos su propuesta, e iniciamos las guardias centralizadas.

Las autoridades sanitarias provinciales recibieron a Pedro y Fernando, quienes expusieron sus quejas por considerar que Hoyocasero tenía más mérito que S. Martín del Pimpollar, en la ubicación del centro.

Fui llamado a capitulo por mis jefes en Ávila, para que aplacara los ánimos del pueblo. Mis superiores, Genaro Maté y Miguel Mínguez, habían sufrido una retención días antes por parte de los vecinos de Casillas (Valle del Tiétar), por un asunto similar. No Querían verse de nuevo en las portadas de los periódicos y decidieron que fuera yo, quien diera la explicación al pleno municipal.  Quizás les disgustó que fueran puenteados y nuestros problemas los exhibiéramos directamente en Valladolid.

Cuando a instancia de mis superiores, el 10 de septiembre de 1985 acudí al ayuntamiento para dar una explicación al Pleno, lo encontré abarrotado de gente, muchos forasteros por la coincidencia próxima a la fiesta del pueblo, con gente mayor y niños en la escalera. Desde el primer momento, pensé que la explicación la debería haber dado el alcalde, el secretario o mis jefes, pero nunca yo, que me consideraba un simple trabajador.

En la exposición de los hechos, les informé de las reuniones que los médicos habíamos tenido con nuestros compañeros de las zonas limítrofes (Burgohondo y Navarredonda). A ellos tampoco les interesaba admitirnos en sus Zonas Básicas de Salud y fuimos rechazados.

 Acabé apesadumbrado de una reunión en la que se me acusó de ser el responsable de tal decisión. Algo incierto, pues a nadie, más que a mí, hubiera interesado que dicho centro se hubiera ubicado en Hoyocasero.

Bien entrada la noche, en las proximidades de mi domicilio coincidí con un miembro de la corporación, precisamente de los que se mostró más beligerante conmigo durante la reunión. Después de una larga conversación sin testigos, me hizo ver lo complicado que es tener responsabilidades políticas en un pueblo pequeño, donde por encima de las ideas políticas están los lazos de amistad o enemistad no solo tuyos sino de tus padres, hermanos o hijos.

 Acepté sus disculpas y aunque mi conciencia estaba tranquila, pensaba en Javier, que al no vivir en el pueblo se evitaba estos disgustos.

Siempre creí y así lo manifesté en la reunión del ayuntamiento que, con el tiempo, tanto Hoyocasero como Navalosa, acabarían integrándose en el centro de salud de Burgohondo. Con el tiempo, se vino a confirmar mi premonición.

A pesar de todo, seguí viviendo en Hoyocasero. Con Florentino como alcalde se remodeló el consultorio, Seguí disfrutando de mis amigos y atendiendo sus urgencias las 24 horas del día, pero ya sin tener que pedir favores a mis compañeros cuando me ausentaba.

Por extraño que parezca, años después me tocó vivir la misma situación, en Villavieja de Yeltes (Zona Básica de Salud de Vitigudino). Con incidentes aún más graves. Parecía que un maleficio me perseguía, pero ya había aprendido la lección: “Los cargos con las cargas”.  Fueron los gerentes los que se explicaron y yo me dedique a trabajar que era lo mío.

 Incidente

En el mes de junio de 1987, pude sufrir un accidente en la curva de acceso al pueblo. Las obras que el ayuntamiento estaba realizando obligaron a cortar dicho acceso. Todavía me acuerdo del iluminado que señalizó dicho corte en ese lugar, sin aviso previo del mismo, con escaso margen de maniobra y a partir de media tarde con un bidón en el centro. No sé si para que se viera mejor o para asegurar el accidente.

Lo grave fue que desde que puse el aviso a las 9 de la mañana, tanto en el cuartel de la Guardia Civil
como en el Ayuntamiento, no se corrigiera dicha señalización hasta las 8 de la tarde.

Al día siguiente, me vi obligado a denunciar el hecho ante la Jefatura Provincial de Tráfico. Todavía conservo las alegaciones que presentó el Ayuntamiento. Si las conservo es porque no tienen desperdicio.

Dejo el video, para que al menos los vecinos se acuerden de mí, cada vez que pasen por ese lugar.



 Asdrúbal y Pancho

En 1987 la Junta de Castilla y León estableció la BRIF del Puerto del Pico contra incendios. Dotada de un helicóptero, cuyo conductor era Pancho y Asdrúbal su auxiliar de mantenimiento. Gracias a ellos, puedo compartir hoy con vosotros, las imágenes grabadas entonces desde aire.


 


Continuará…

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