lunes, 26 de octubre de 2020

MEMORIAS DE UN MÉDICO RURAL III (escritas por Antonio Blanco)

Hay momentos en la vida que son especiales por sí solos. Compartirlos con las personas que aprecias, los convierte en momentos inolvidables. ¡Gracias por permitirnos compartirlos!.

 CAPITULO 3.

Patologías

La gran mayoría de mis pacientes eran de la tercera edad, con los achaques propios de la misma, procesos cardiovasculares, reumáticos, artrosis, infecciosos, tumores.

Algunos/as con más capas de ropa que una cebolla, tardaban más tiempo en desvestirse y volverse a vestir que en ser explorados. Durante el verano con la visita de los de Madrid y País Vasco la consulta era más variopinta.

Anécdotas:


Tía Mercedes y el Marketing comercial 

Tía Mercedes con su marido y sus cinco hijos

 En las calurosas tardes de verano la veía desde mi balcón afanarse en el cuidado de su pequeño huerto. Rolliza y sonriente, siempre iba vestida de negro y con sombrero de paja.

Una de esas tardes, estando acompañado de mi madre, alguien tocó el timbre de la casa. Fue mi madre la que abrió, porque yo me estaba desperezando de la siesta. Por el tono de voz comprendí que era tía Mercedes. En la conversación mantenida entre las dos, le oí a mi madre que decía: ¡no se tenía que haber molestado usted, después de todo es su obligación! . Intuí que hablaban de mí y cuando me incorporé a la conversación, observé que mi madre ya tenía en sus manos una caja de fresas.

Tía Mercedes seguía haciéndome piropos: ¡Que si a ella le había acertado de pleno en sus achaques! ¡Que si me merecía algo más...!, en fin, las consabidas frases de agradecimiento.

Dimos por finalizada la conversación y cuando ya se iba, bajó el escalón exterior, se giró de nuevo y nos dijo: ¡bueno, por ser ustedes se las dejo en 400 pesetas! Nos quedamos enmudecidos y sin saber que decir. Aún siendo caras, no nos quedó más remedio que aceptar la mercancía. Por cierto, de calidad suprema.

Curiosamente esta compra, la he recordado a lo largo de mi vida más que muchos regalos.

Tía Mercedes debería venir en el manual de las mejores técnicas de venta.  

 

 Felipe González, poco asiduo a mi consulta, cuando al auscultarle por detrás le dije: “Coja aire”, el buen hombre hacia el puño con ambas manos de forma repetida en su intención de coger aire.


Joaquín.
Él decía que iba con el siglo, pues había nacido en 1900. Trabajó en el carbón y le pagaban 6 pesetas diarias. Con 86 años, iba al monte la mayoría de los días. Su esposa Paulina, le proporcionaba unos cuidados celestiales. Su vecina Emilia, había enviudado hacía pocos años, pero a pesar de la tristeza por la muerte del que tanto tiempo fue su marido, tenía un espíritu positivo, reivindicativo y siempre estaba de buen humor. No se cortaba y si había que cantar se apuntaba la primera.

 Vídeo de tía Emilia, tío Joaquín y tía Esperanza


 

Tío Esteban y compañía

A Esteban de 82 años, era fácil verle siempre alrededor del pueblo en los parajes más recónditos y siempre solo. Era poco frecuentador de mi consulta. Cuando le hice la historia clínica recuerdo que le pregunté que si era alérgico a algo y me contestó: “Que sepa, no soy angélico a nada”.

 

Cuando oí cantar la segadora a tío Vitorio, pensé que estaba afectado de un gran dolor bucal, no era así y enseguida comprendí que era cierta su gran capacidad pulmonar, hasta el punto de, que como presumía, sus cantos se oían desde el Pinar. Para los que lean esto y no sean del pueblo, sepan la transcendencia histórica mundial que tuvo este Pinar. Según consta en el Archivo Histórico de Simancas, de él se obtuvieron los mástiles de las naves de Colón.

Tío Vitorio

 

En el siguiente enlace os ponemos una versión reducida de la segadora, la versión completa subtitulada por Antonio la vamos a guardar para una ocasión más folclórica.  

Aunque no supieran de términos médicos, reconozco que me daban papas con onda, en otros temas, por la experiencia adquirida con los años. 

Tío Martinillo


Tenían una salud de hierro como la tenía Martín el juez de paz o Venancio el carnicero. Los veía pasar una y otra vez por la puerta de la consulta, pero no recuerdo haberles visto en ella.



(A tío Venancio no le hacían falta anuncios para promocionar su negocio)



Bueno tendría para seguir durante un buen rato pues los recuerdos de uno me despiertan los de un compañero, esposa, hijo, etc.

Al disponer de bastante tiempo realizaba cirugía menor, quistes cutáneos, panadizos, curas de heridas. Y no solo en personas. Hay que entender que para gente que vive del ganado, el cuidado del mismo, es vital para su economía doméstica y por tanto para su salud. Aún recuerdo las curas que mi vecino Vale y yo realizábamos de forma conjunta a dos de sus vacas, con el asesoramiento en la distancia de Félix el veterinario.

Niños. Reconocimiento escolar


Todos los años realizaba el reconocimiento escolar. Revisión y aplicación de vacunas, que yo mismo les ponía. Lo realizaba por las tardes, fuera del horario de consulta. Ese día sus madres les ponían la ropa interior recién comprada. Los maestros se sentían incapaces de mantener más o menos en silencio a una chiquillería, que permanecía entre impaciente y temerosa su turno en la sala de espera.

Primero vacunaba a los que les correspondía por edad, para que permanecieran un tiempo prudencial en el centro por si hubiera reacciones vacunales

Pues bien, dentro de un reconocimiento básico: peso, talla, auscultación, desarrollo de los genitales, comprobaba la agudeza visual y la auditiva.

Recuerdo una anécdota curiosa: Ante la falta de medios para la exploración auditiva, idee una prueba que consistía en ponerme detrás del niño explorado. Tapaba el oído derecho y susurrando le preguntaba por el izquierdo ¿Cómo te llamas? A Dani (hijo menor de Antonio el pastelero), un niño perspicaz donde los hubiera, que era de los últimos de la lista, conociendo su listeza le cambié la pregunta: ¿Cuántos años tienes? Me respondió antes de terminar de hacérsela, y en dos ocasiones: Dani. Seguro que los nervios y la información de sus compañeros, reconocidos con anterioridad, le jugaron una mala pasada y en la actualidad oirá crecer la hierba.

En esos años, también tallaba a los quintos.

Para los nostálgicos, aquí podéis ver alguna imagen de cuando éramos más pequeños.... 


 Niños accidentados

Recuerdo a Margarita, hermana mayor del travieso Dani, quien el 15 de enero de 1985, como consecuencia de una caída al resbalarse con la nieve, le apliqué siete puntos de sutura en la frente. Las tuberías estaban congeladas ese día, lo que me complicó la tarea. Espero que no le dejara una cicatriz antiestética. En todo caso... ya ha transcurrido el plazo de reclamación.

Con seguir un protocolo muy básico de higiene, no recuerdo que ninguna de las heridas que curé se infectara. Supongo que el frío de la sierra ayudaría no solo en la cura de los jamones sino también las heridas.

Alguien tituló:” las bicicletas son para el verano”. Pues bien, para mi eran para aumentar el número de accidentados, como el niño José A. Fernández Gómez-Limón, quien afortunadamente no sufrió heridas importantes en el cuello, pero pudieron ser de gravedad al arrastrar con el cuello, mientras circulaba en bicicleta, dos cuerdas que indebidamente se habían colocado para señalizar el corte de la carretera. El hecho lo denuncié en la Jefatura Provincial de Tráfico. Os aseguro que tener que denunciar al propio Ayuntamiento, me trajo no pocos dolores de cabeza.

Sopla, sopla, sopla, sopla.

No recuerdo el nombre de un niño de Markina de unos 7 años. Se hizo una herida en una rodilla y a sus padres les expliqué que no merecía la pena ponerle anestesia por dos puntos. El crio con la camiseta del Athletic, observaba atentamente todos mis movimientos sin perderse un detalle. Desinfecté la herida y mientras me lavaba, distendidamente le reconocí que yo también era del Bilbao, le chapurreé dos cosas en vasco y le explicaba que Zubizarreta esas heridas se las hacía casi todos los días.

El niño asentía con la cabeza, me miraba fijamente, y no le saqué palabra alguna. Pero fue ver montar la aguja en el porta y salió como alma que huye del diablo del consultorio, corriendo a toda velocidad. De no haber tenido un padre deportista que lo atrapó, hubiera llegado al Pinar antes que los cánticos de tío Vitorio.

Tras una profusa sudada en la sujeción del niño, por parte de ambos padres y yo mismo, conseguí suturarle. Nunca más volví a montar una aguja en un porta a la vista de cualquier accidentado, independientemente de la edad que tenga.

¡Sopla sopla sopla sopla! mientras pasaba la aguja como medida analgésica me dio excelentes resultados. Todos sabían que sus ídolos tanto Butragueño como Zubi habían sido figuras por haber sabido soplar mientras les curaban sus heridas y ellos no iban a ser menos si querían llegar a ser famosos.

No penséis que todo lo hacía sin anestesia, pero suturar a un campeón como aquel tuvo su mérito. Cada vez que lo veía en la calle me señalaba la herida.

Bueno, cuando los más mayores se presentaban con hematomas en pómulos o frente siempre relataban que se habían producido al golpearse contra una puerta. ¡Hay que ver, lo bajas que se hacían después de una pelea!

El día 23/8/1984 cuando me encontraba echando la partida en el bar de Nicolás, un joven me toca el hombro por detrás y desencajado me dice: ¡Sr. Médico, acabo de ver a la nieta de Roga, que iba corriendo hacia el consultorio y con la mano ardiendo! Yo, que me imagininé una tea humana y salí escopetado. Tranquilicé como pude a la niña, la curé con tulgrasum, vendaje compresivo, nolotil y zumbando con el coche de un familiar para el hospital. Estuvo varios días ingresada. El aguarrás tuvo la culpa.

BODA DE GUSTAVO

Gustavo y Eva. Los novios

Gustavo, el guarda forestal, fue mi compañero de fiestas y festejos, hasta que Eva su novia decidió apretarle las tuercas. Pues bien, ese día 25 de julio de 1985, viví La urgencia infantil más grave.

Era un día caluroso, en la ermita de San Pedro de Alcántara (Arenas de San Pedro). Esperaba fuera del templo a la sombra, la finalización de la ceremonia. Estaba hecho un pincel con mis pantalones y camisa recién planchados. Deseoso de conocer a las seis amigas catalanas de Eva.

Pues bien, a punto de terminar el acto y cuando ya tenía el arroz en mis manos, oí desde el interior en voz alta:

¡Un médico por favor! Lo primero que pensé fue que algún familiar mayor, hubiera sufrido un desvanecimiento mezcla de la emoción y la alta temperatura reinante en el interior.

Cuando de forma apresurada iba a entrar en el templo, vi como una madre sacaba en brazos y con una profusa hemorragia a un niño de 6-7 años.

Presentaba una herida profunda en el hueco poplíteo derecho (corva de la rodilla)). Al parecer una escultura (el crio decía un santo) se le había caído encima. Le apliqué un torniquete y subimos al vehículo conducido por la madre, acompañado de Nemesio, enfermero a quien acababa de conocer. Lo intenté retirar a los pocos minutos, pero como la hemorragia no cedía, me tocó hacer el resto del viaje presionando con el puño. Su madre conducía a golpe de claxon y pañuelo al aire y dio muestras de ser una experimentada conductora. Nemesio y yo nos alternábamos en la presión hasta la llegada al hospital Virgen del Prado de Talavera. De la experiencia anterior obtuve dos conclusiones:

1. Hay que sujetar a los niños durante las celebraciones porque las pueden preparar pardas. No fue el último.

2. Aun reconociendo que la mujer, lo hizo con gran diligencia y valentía, sirva este ejemplo para recordar que, a ser posible, nunca un familiar directo debe conducir el vehículo en esas circunstancias.

 El niño pasó inmediatamente al quirófano y nosotros volvimos de nuevo al restaurante en Arenas de S. Pedro. Llegamos a los postres con nuestras ropas ensangrentadas, en medio de los aplausos de los presentes, cual si fuésemos toreros merecedores de una salida a hombros por la faena realizada.

Siguiendo con los niños de Hoyocasero, estaréis conmigo que eran niños saludables, robustos, y llenos de vitalidad. Algunos con los coloretes de Heidi en sus mejillas y sobre todo felices. Tenían a su disposición un entorno saludable, en contacto con una naturaleza plena para ellos y en la que demostraban sus habilidades y destrezas de adaptación al medio, ante los más refinados niños de ciudad.

En el verano de 1984, hubo varios casos de fiebre tifoidea. El brote comenzó con dos hermanas de Madrid y también hubo niños del pueblo afectados. Como Jefe Local de Sanidad, tuve que clausurar “La Fuente de Abajo” y clorar en persona, mediante garrafón, el depósito superior del pueblo. El goteo del cloro sobre el pantalón y zapatos hizo que se decoloraran, pero tras su cambio de color total, parecían nuevos.

Deportes infantiles

Acostumbraba a acompañarlos de forma voluntaria en el bus, como un incondicional más a competir en los juegos escolares. En alguna ocasión, como en Navarrevisca, la fuerte ventisca hizo, que después de tantas curvas, nos volviéramos sin competir. Las niñas a voleibol y los niños a futbol. Presumíamos de ser los mejores. Al menos en competitividad lo eran, y si no, que le pregunten a Mercedes que se jugó una pierna en un encontronazo con una niña de Navalosa.

Charlas en la escuela


Siempre al inicio del curso era preceptiva la charla sobre “visitantes” (piojos), Entre las que recuerde: práctica de resucitación cardiopulmonar básica, de alimentación y otra sobre enfermedades de transmisión sexual, en la que las cómplices miradas y sonrisas se mezclaba con un cierto rubor entre los mayores.

En mayo de 1987, Lourdes (la nueva maestra del ciclo superior), aprovechando el programa escuelas viajeras, acompañó a los mayores a una estancia de una semana en Los Yébenes. La experiencia les sirvió para romper la rutina diaria del pueblo y conocer otros niños.

Excelente profesora, generosa y gran persona. Aficionada a la pintura, hizo que me enganchara a las canciones de Sabina y Simply Red. Elaboraba unas excelentes tartas de chocolate y nunca fui capaz de ganar a su hija Rebeca en el juego de una nueva máquina que apareció por entonces, creo que se llamaba Gameboy.

Y también hay vídeo de los niños de la clase de D. Emilio, en aquel momento estaban llamados a ser las futuras estrellas del celuloide futbolístico...



  Continuará….

 

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