Gracias a las nuevas tecnologías, podemos compartir información que antes se nos hiciera inimaginable. La música siempre ha sido un elemento importante en cualquier civilización, nosotros creamos un apartado específico destinado a ella y lo que está claro es que toda cultura popular va unida a los cantos populares, y los instrumentos propios de la zona.
Vamos a comenzar por conocer algo de estos elementos y comenzaremos por la dulzaina o gaitilla como es más conocida en Hoyocasero, sin ella las danzas nos serían nuestras danzas, aquí comenzamos a profundizar en nuestra cultura musical....
Los instrumentos precursores de la dulzaina fueron originarios de Mesopotamia hacia el año 3000 a. C., donde había una amplia diversidad de instrumentos muy parecidos. Todos estos instrumentos de viento y lengüeta fueron englobados dentro del término abub. Este fue el precursor de sus sucesores aulos en Grecia y tibia en Roma. Todos tienen elementos comunes, como sección cónica y lengüeta; fueron extensamente conocidos en todas las civilizaciones antiguas mediterráneas, hasta el punto de relegar a los instrumentos derivados de la flauta a un segundo plano.
A veces estos instrumentos contaban con dos tubos, situados en ángulo cerrado y unidos por un travesaño, siendo uno melódico y otro de nota fija o bordón, como la gaita y el propio aulos griego.
Este instrumento de viento de la antigüedad estuvo a punto de desaparecer en los albores de la Edad Media, puesto que las invasiones nórdicas impusieron sus propios instrumentos. Por lo que atañe a los de viento, preferían las trompas, motivo por el cual en el siglo V se extinguieron muchos instrumentos de lengüeta, que tuvieron que ser reimportados por los árabes cuando penetraron tres siglos después en España. Esto explica que durante un largo periodo de tiempo, solo se encuentren dulzainas en el sur, citadas en los textos con variantes arábigas del vocablo zolami, muy común en los escritos musicales de Al-Ándalus.
El primer nombre específicamente castellano de la dulzaina fue el de albogue, documentado en el Libro de Alexandre (siglo XIII), y posteriormente aparece en el Libro de buen amor del Arcipreste de Hita y en el Quijote de Miguel de Cervantes, ya con el nombre de chirimía, o con los de dulzaina y albogue.
...En esto de las campanas anda muy impropio Maese Pedro, porque entre moros no se usan campanas, sino atabales, y un género de dulzainas que parecen nuestras chirimías.
El Quijote, Miguel de Cervantes
Cuando Cervantes dice esto, está diferenciando la culta chirimía de la popular dulzaina, que a partir del siglo XVIII formará parte indiscutible del folclore español. La primera era más larga, entre 50 y 60 cm, en tanto que la dulzaina oscila entre los 30 y 40 cm.
Ya en el Diccionario de Autoridades de la Real Academia, publicado en 1726, se dice que la dulzaina es ...à manera de trompetilla, úsase en las fiestas principales para bailar. Usaron mucho los moros deste género de instrumento.
Castilla y León
Dulzaina castellana sin llaves (izquierda) y con llaves o cromática (derecha) hecha de granadillo por el artesano constructor de dulzainas de Carbonero el Mayor, Lorenzo Sancho.
En Castilla y León se toca la dulzaina castellana, que se caracteriza porque suele tener llaves en los agujeros. Las llaves se añadieron a la dulzaina castellana a finales del siglo XIX. Inicialmente se añadieron dos llaves y posteriormente se añadieron más hasta que el constructor vallisoletano Ángel Velasco estableció el modelo castellano moderno de ocho. Es un elemento muy arraigado al folclore, casi siempre acompañado por un tamboril o caja, cuyo intérprete es denominado tamborilero, tamboritero o redoblante. En este territorio recibe diferentes nombres como «pito» en el norte de Palencia, «gaita» en Soria y Burgos, aunque también se le conoce así en Segovia, y «gaitilla» en Ávila.
Estas dulzainas modernas han ido reemplazando a las demás porque ofrecen considerables ventajas para el ejecutante: por un lado, una afinación fija, que permite tocar dos o más dulzainas a la vez; también poseen una mayor amplitud de tesitura, debido a su mayor longitud; y presentan unas enormes posibilidades cromáticas, que permiten tocar en cualquier tonalidad sin necesidad de alterar la melodía.
La forma de tocar es a dos manos, apretando los labios sobre la pipa y soplando con fuerza. El sonido es fuerte y poderoso, muy idóneo para tocar al aire libre, aunque los buenos dulzaineros saben arrancarle a veces matices de suavidad.
Actualmente estamos asistiendo a una recuperación de este instrumento, y podemos constatar el interés de muchos jóvenes por el aprendizaje de su ejecución. En esta recuperación han tenido gran importancia las Escuelas de Dulzaina, que se han ido formando en diferentes ciudades, entre ellas Ávila. Hoy día se fabrican buenas dulzainas en Carbonero el Mayor (Segovia) y en Laguna de Duero (Valladolid), pudiendo oírse sonar en casi todas las fiestas típicas y romerías. Los dulzaineros están bastante solicitados y relativamente bien pagados. La dulzaina, este instrumento de origen milenario, sigue viva entre nosotros.
Tío Daniel el Gracioso Gaitero, fotografía de antes de la Guerra Civil
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