viernes, 11 de abril de 2014

De bien nacido, es ser agradecido

El dar las gracias por un beneficio o favor concedido, así como el pedir perdón por nuestras acciones que han podido molestar a los demás, son algunas de las buenas costumbres que a veces olvidamos poner en práctica. En el trato con los demás, las expresiones de agradecimiento o las que usamos para pedir disculpas promueven una relación amable entre las personas y son señales de buena educación.
La palabra gracias proviene del latín singular gratia (‘gracia’), que originariamente hacía referencia a la ‘honra y alabanza que se tributaba a otro’. En la actualidad, el DRAE,  la registra con el significado de ‘cualidad o conjunto de cualidades que hacen agradable a la persona o cosa que las tiene’ y ‘don o favor que se hace sin merecimiento particular; concesión gratuita’. En este sentido,  gracia adquiere otras acepciones como las de atractivo, afabilidad y buen modo en el trato con las personas: “Tiene gracia”; perdón o indulto: “Le concedieron la gracia del indulto”; habilidad y soltura: “Baila con mucha gracia”; capacidad de alguien o de algo para hacer reír: “Es una mujer con mucha gracia”; proeza, hazaña, mérito: “La gracia de esa madre fue la de salvar a su hijo”. En plural se usa como expresión de agradecimiento: “Gracias”, “Muchas gracias”, “Mil gracias”, “Un millón de gracias”.

Cuándo empezamos a escribir este blog en ningún momento lo hicimos pensando ni en las alabanzas ni en las críticas, pero bien es cierto que lo primero suele gustar mucho más que lo segundo. Cuando recibimos los mensajes positivos, es cuando sentimos la aprobación y es cuando nos damos cuenta que lo que estamos haciendo es algo bonito tanto, como poder acercar ese pedacito de nuestro pueblo a los que están lejos y no tienen la posibilidad de  visitarlo tanto como ellos quisieran.

Este es el caso de Martíniano de Tuñas Jiménez, él es un asiduo a nuestro blog y el otro día, me encontré una de las sorpresas más bonitas que he tenido en años, una carta escrita por él de puño y letra, una letra por cierto, preciosa. A sus 89 años de edad, no dudo en escribir las líneas que por su belleza os voy a transcribir en este blog.

" A mis ochenta y nueve años no puedo presumir de grandes dotes ni de una salud perfecta, aunque tampoco puedo quejarme ya que aún me valgo por mi mismo y sin enfermedades de gravedad, por todo esto le doy gracias a Dios y sobre todo por haberme conservado la memoria, que esta si está sin merma alguna.

En principio quisiera agradecer todo cuanto estáis haciendo por y para el pueblo de Hoyocasero, que es vuestro y mío, allí nacimos y allí nos criamos y de allí son nuestros mejores recuerdos por ser de nuestra infancia y sobre todo de nuestra juventud.

Hace sesenta y cuatro años que salí del pueblo pensando en hacer una vida más cómoda y sobre todo con menos trabajo, porque puestos a recordar me llega el recuerdo de la fragua, no solamente del pueblo sino que también eran la de San Martín, la de Hoyuelos y la de Navalacruz, hacer el carbón para los cuatro pueblos, atender el ganado, labrar las tierras, sembrar y cosechar, en el mes de junio esquilando ovejas, en julio a segar hierva con la guadaña en Navadijos y por si esto era poco, por las noches y los domingos por la mañana en la barbería..., pero con todo esto yo era feliz en el pueblo, allí dejé mi familia, mis amigos y todo mi pasado, pero conmigo se vinieron todos los recuerdos que he conservado y conservo en mi memoria y que me hace feliz al recordarlos.

Con tú buen hacer me has traído a la memoria mis años de danzante y el recuerdo de los que componíamos el grupo, la formación estaba compuesta por mi hermano Julián y yo en cabeza, seguidos por Agripino (Pirindola) y Mariano (Alcuza), Feliciano y Martín y Máximo y Mariano (Perrete). El que hacía de gracioso era Amando que no sabía danzar; no tengo noticias si vive alguno o no, de todas formas mi recuerdo para todos.


Grupo de Martíniano danzando en 1942
Es grato recordar aquel aprendizaje y aquellos ensayos, los hicimos siempre en el salón del Ayuntamiento y hubo una persona que no faltó a ninguno, esta persona era Don Sebastián Cuenca Ortega, cura párroco del pueblo; nos adiestro y nos enseñó mi padre que también fue danzante. Yo recuerdo verle danzar como recuerdo los demás componentes del grupo: tío Félix el caminero, tío Evaristo, tío Miguel, tío Santiago, tío Matías (Matagatos), tío Linos y tío Basilio, hacía de gracioso tío Daniel (Botillas) que tampoco sabía danzar.
Grupo de Martiniano en el año 1942 tejiendo el palo.
El día primero que danzamos fuera de los ensayos, fue el día de la Virgen, hicimos todos los cantares y tejimos el cordón en el cementerio donde hay una piedra con un agujero en el centro para clavar el palo donde se ponen las cintas, está mirando de frente a la puerta de la Iglesia, a la derecha de la cruz, nunca supe de cuando data pero creo que está puesta desde que empezaron las danzas.
Ya se que tú has recordado la odisea del viaje a Ávila, fue una experiencia para no olvidar; el concierto fue en el mercado Grande y al terminar la última actuación nos comunicaron que eramos los vencedores, así que llenos de alegría regresamos al pueblo, ¡aquel ir y venir del viaje sí que fue una odisea!.
Como no lo cuentas en tus relatos, me imagino que nadie te lo habrá contado, en otra ocasión fuimos a danzar en las fiestas de San Esteban del Valle, hicimos el viaje con el mismo medio de locomoción, osea, con la burra, lo pasamos muy bien pero no había mucho más que contar.
Te repito mi agradecimiento por todo cuanto estáis haciendo por y para el pueblo, y te envío un beso y una abrazo muy fuerte junto con todo mi cariño".