lunes, 2 de diciembre de 2013

UNA MARCA GRABADA A FUEGO




El marcar al ganado ha tenido, en el mundo preindustrial, varios motivos. El primero, quizás, es el de testimoniar la propiedad del animal mediante una huella que no se pueda borrar. Con ello se reducía la posibilidad de robo del mismo, si bien no se eliminaba totalmente, ya que podía ser sustraído para consumir su carne. Por otro lado, la necesidad de separar con facilidad los ejemplares propios de un rebaño compuesto por animales de varios propietarios (pensemos en los de ovejas trashumantes) era fundamental.


Las marcas del ganado se han hecho con fuego –sobre la piel, las pezuñas o las astas– con hierros de distinto tamaño. También el recurso a los cortes, sobre todo en las orejas, ha sido y sigue siendo una constante. Las señales con almagre o con pez también han estado muy extendidas a pesar de los contratiempos que tenían las segundas para la lana. A todos ellos se han ido añadiendo últimamente la colocación de apliques de cuero, metal, madera o plástico (A. Sánchez Belda, 1981: 95-189). 
En cuanto a la antigüedad de este tipo de prácticas basta remitir a la iconografía de caballos –en los Beatos hispanos, de época medieval– con marcas dibujadas en las ancas o, como recuerda Sánchez Belda –-p. 95–, a la legislación sobre la obligatoriedad de marcar, herrar y señalar al ganado en época de los Reyes Católicos, dictada concretamente en 1499.


El pasado 26 de octubre, el Grupo de Coros y Danzas de Hoyocasero, acudíamos en compañía del Grupo Resiste hasta San Martín del Pimpollar, lugar donde se había organizado un herradero tradicional, donde 50 cabezas de ganado, fueron marcadas al estilo tradicional. A nuestra llegada un nutrido grupo de personas disfrutaban del espectáculo, unos con la mirada puesta en los becerros como el que lo ha visto cientos de veces, otros con la curiosidad propia de la primera vez....

A nuestra llegada, ya llevaban bien avanzado el marcaje de los animales, allí en la improvisada plaza, fabricada con los tractores de los propios ganaderos, se agrupaban un buen número de vaqueros, y el rebaño de reses, las cuales se agolpaban a la espera de lo que les estaba por llegar.

"Hay que agarrarse con fuerza a la cabeza de la becerra y girarla mientras alguien le tira del rabo en la misma dirección y nos echamos encima de ella, la sujetamos bien, la amarramos las patas y entonces ya la marcamos con el hierro incandescente, en un sitio con la letra de la ganadería a la que pertenece y en la nalga con el número del año de nacimiento».


Así explicaba el ganadero Mario Chamorro, de Hoyos del Espino, la técnica utilizada este sábado en la fiesta del herradero tradicional celebrada en Gredos, en San Martín del Pimpollar, la misma práctica que se ha utilizado durante siglos para marcar al ganado y que aún se sigue haciendo en contadas ocasiones, aunque lo normal sea hacerlo ya en el potro, sin tirar al animal al suelo. Estas declaraciones, están recogidas en el Diario de Ávila del 27 de octubre.

 A nuestro grupo le tocaba cerrar esta fiesta organizada por la Comunidad de Muncipios Gredos Norte y el Ayuntamiento de San Martín del Pimpollar, junto al Grupo Dulzinas Resiste, así que tras dar cuenta de la suculenta comida servida en el lugar, nos dirigimos hasta el Ayuntamiento del municipio a vestirnos, con nuestros manteos pajizos, jubones, enaguas, medias, pañuelos, mandiles y zapatillas, y junto al elemento más imprescindible en nuestro grupo "los palos".






Y así se daba por concluido este día de fiesta, con la actuación del paloteo del Grupo de Coros y Danzas de Hoyocasero, donde para finalizar pudimos bailar junto a los lugareños una buena jota castellana que puso el colofón a un espléndido día donde nuestras tradiciones más arraigadas fueron recuperadas para todo el que quiso acercarse al lugar.









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