martes, 2 de abril de 2013

LA CUARESMA POR NUESTROS VECINOS.


* Tía Isabel nos recibió en casa junto a sus hijos, encantada de compartir sus recuerdos con todos nosotros. Rememora que en Cuaresma iba al Cristo con sus amigas, se acuerda de tía Bienve, tía Susana, Heltrudes..., y que todas iban rezando el Rosario.

 
T
Volvían al pueblo y  los viernes acudían al Vía Crucis, se emociona al recordar lo bonito que era el Miserere. Dice que se cantaba junto al Cristo del Perdón. Alude a que antaño también se iba a rezar el Vía Crucis por las Eras de la Ruíz, terminando en el Calvario que allí había. 

Pero sobre todo evoca cuando el Viernes Santo, tía Conce y su hermana, tía Martina, salían cantando, ambas vestidas de blanco, su padre tío Joaquín en el medio y los tres detrás del Sr. Cura. Era la procesión del Silencio que se realizaba al anochecer. La emoción la embarga al recordar como al salir la procesión por la Iglesia una decía:

Donde va la Soledad
A deshoras de la noche
Y la otra contestaba:

Voy en busca de mi hijo
Que le entierran esta noche.


Su hija Mari, recuerda esa misma procesión, y comenta, el silencio que invadía las calles del pueblo, los hombres todos descubiertos con las gorras y las manos a la espalda, el silencio era increíble.

En estos momentos, tía Isabel menciona a su marido, tío Faustino, quién el sábado de Gloria, tocaba la ronda a la Virgen del Portalito, recordando que también cantaban la ronda del Cura. Dice que ellos cantaban y el cura desde dentro contestaba.

Tío Genaro, padre de tía Isabel, fue el cofrade de la Vera Cruz, tía Isabel dice que estuvo once años, y se encargaba de nombrar desde el altar mayor diciendo: "Se presenten los de la Veracruz". Recuerda que su padre solo tenía una camisa blanca, la cual ella debía tener el Viernes Santo, lavada y planchada.

Con una sonrisa en la boca y los ojos iluminados, nos cuenta que los Cofrades que no pagaban tenían que pagar un duro. Y que todos iban con su buena capa y muy bien vestidos.

 Mi madre, recuerda esta saeta que cantaban su madre y su tía que dice así:

Donde va la Soledad
A deshoras de la noche
Voy en busca de mi hijo
Que le entierran esta noche.

 A las ocho de la noche
Salio la blanca Paloma
En busca de su hijo
Que de espina le coronan

 Estrellas de dos en dos
Luceros de cuatro en cuatro
Van alumbrando al Señor
La noche de viernes Santo
Noche de tanta pasión.


 Tía María y tío Venancio

Un poco nos hizo esperar tía María, mientras tío Venancio nos hablaba de su quinta. Cuando llegó y al preguntarla si se acordaba de como se celebraba la Cuaresma en Hoyocasero, nos dice que claro, aludiendo a cuando iban al Cristo, y se rezaban tres Rosarios y que luego allí, en la ermita, las mujeres cantaban y decían muchas oraciones. Nos comentó, que como no había ni televisiones, ni radios ni otros entretenimientos pues lo que hacían era rezar.
 

Primero iban al Rosario, sobre las cuatro. Luego se iban al Cristo, al anochecer había Vía Crucis, y luego el Miserere, los viernes. Ella recuerda que cada viernes se hacía en un altar. Y luego el Sr. Cura se subía a la tribuna y tío Quinti tocaba el armonio y cantaban en latín. Estos cánticos se hacían con mucho sentimiento y no faltaba nadie  la iglesia los viernes, se llenaba.

El jueves Santo se ponía el monumento, y los cofrades de la Vera cruz eran los encargados  (tío Genarillo y Tío Manuel) del lavatorio de los pies y de celebrar la festividad de la Santa Cruz.

Tío Venancio recuerda también como llamaban en la iglesia a los que tenían que acudir al lavatorio, y que cuando les nombraban respondían: “presente, aquí estoy”.


Tía María evoca, que el viernes Santo, el Via Crucis se hacía por la mañana, recuerda que un año fueron hasta el Cristo cantando las estaciones. Luego se celebraban las siete palabras, por la tarde se hacían los oficios y por la noche, la procesión del silencio y el sermón de la Soledad.

El domingo de resurrección se sacaba la imagen del resucitado primero y después al Niño de la Bola, por una puerta salía esta imagen y la Virgen del Rosario por la otra. La Virgen salía con un manto negro por encima que se le quitaba cuando se encontraba con su hijo. Su tía, la abuela de Maruja de tío Gaspar, se encargaba de esta Virgen.

Recuerda de forma especial a un sacerdote, D. Emiliano, que les enseñó muchas canciones, entre ellas el Himno al Cristo que cantamos en la actualidad.

 También tiene un recuerdo muy especial, un Viernes Santo, que tío Emiliano el del Café, trajo unos farolillos transparentes y dentro entraba una vela, las muchachas iban acompañando a tía Conce y a tía Martina en las saetas que cantaban. Fue una procesión increíble, entre el silencio, la luz ..., recuerda que conmovía ...



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